Simplemente, tenía que escribirlo:
Cerró los puños fuertemente, sujetando aquellas amenazantes cadenas oxidadas, con una siniestra mirada. Como aquel cazador eligiendo a su presa, fueron sondeadas una a una todas las personas de su alrededor. Toda, excepto yo. Sorprendida por su comportamiento, contemplé con lástima los rostros de las personas a las que había condenado. Me sentía culpable, algo no muy extraño en mí, ya que nada me importaba más que los demás, pero esta vez lo sentía con más fuerza. Tras cerrar los ojos unos segundos,el cazador saltó sobre su primera presa, arrancándole la cabeza con el simple movimiento de las cadenas. Observé el cuello desangrando de la víctima y los siguientes cuerpos destrozados. Me aparté, esquivando la sangre que desprendían. Era horrible presenciar aquello. Finalmente no quedó nadie en pie, siendo yo la excepción, que observaba cómo se me acercaba con lentitud. Bajó las cadenas y me miró de frente, casi rozándome, con una mirada de respeto...hacia mí. Susurró algo que no llegué a oír y me miró de arriba a abajo con una sonrisa picarona. Acercó su mano para tocarme y sin pensarlo, me aparté de él. Rápidamente se giró y se lanzó sobre un hombre que se atrevió a pasar por su zona. No miré al hombre a la cara, sólo me interesó la forma de matar que tuvo con él. Aunque antes de que el cuerpo cayese al suelo, ya estaba a mi lado. No pude mirarle a los ojos, sólo porque él no se dejaba. Tenía el pelo por la cara y una especie de gorro, el cual sólo dejaba ver su magnifica sonrisa de asesino.
Y así fue como me enamoré de él.
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