Sentada esperando que el aire termine de moverse. La hierba cae de tus manos, que la intentan sostener fuertemente, pero se han salido con la suya y la vuelves a arrancar. Te has colocado bien la falda al saber que se te ha subido. Te vuelves a levantar. Das dos pasos, dos giros. Te vuelves a sentar. Estas nerviosa, no sabes cómo te vas a relajar.
El pelo juega con tus labios, tus manos lo agarran. Se te han roto las medias al volver a sentarte...y te las estás arrancando. Las sujetas, sin saber qué has hecho.
De repente unos pasos se acercan. Una silueta conocida, sin una sonrisa añorada. Miras sus ojos con temor a encontrarte con su mirada. Se sienta a tu lado, sin mirarte. Has posado tu cabeza sobre su cuerpo, pero eres tan insignificante para él que ni lo nota. Se ha levantado y se ha ido.
Tú has permanecido en ese rincón todo el día. Él se ha olido la camisa toda una semana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario