"Eso me pasará a mí."
Es la frase que pasó por mi cabeza al darme cuenta de que mi abuelo estaba ciego.
Eran tonterías de niña pequeña, lo extraño es que sigo pensándolas.
Nunca entendí porqué le pasó. Así que desde pequeña me empeñé en que si a alguien de mi familia debía pasarle, yo sería ese alguien.
Después de tantos años convenciéndome en que me tiene que pasar, al final uno se lo cree. Todavía pienso en que esto es una cuenta atrás, pero que no sé desde qué número empezamos.
De pequeña siempre tuve muchísimos problemas para leer. Siempre me lloraban los ojos y se me juntaban las letras. Era algo imposible para mí. Así que todo aquello animaba mi teoría.
Un día, yo llevaba una camisera roja con unas letras de purpurina. Ese día, se convirtió en mi camiseta preferida. Fue el día en que mi abuelo me vio. Estaban todos al rededor de él, hablando, cuando me acerqué. Yo fui la única que él pudo distinguir. Alzó sus manos hacia mí y nos preguntó quién era la persona que veía. Era yo. Nadie le ha dado explicación alguna a aquello. Pero yo lo interpreté como que yo era la "elegida".
Algunas noches me pongo a pensar... ¿Me dará tiempo a ver todas las maravillas del mundo? ¿Será capaz mi destino de esperar a que yo haya conseguido la felicidad?
No me gustan las sorpresas... para nada.
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