"Desconocía su dolor, pero aunque no pudiésemos compartirlo, podríamos compartir las alegrías.
Me dedicaba a intentar hacer sus galletas preferidas, aquella con trocitos de chocolate, nunca me salían pero el acababa comiéndoselas. Hasta el momento en el que me dijo: - Debes esperar a que el chocolate se derrita, porque si no a la hora de ponerlas en la galleta su textura no saldrá igual."
Ya era tarde, volvió a suceder lo mismo, pero al igual que enterré aquellos trozos de chocolate, te enterré a ti en el olvido.
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