Destruction is a form of creation.

jueves, 10 de mayo de 2012

Tenías mi corazón. Al menos en su mayor parte.


Érase una vez, en un país lejano
un joven príncipe
que vivía en un resplandeciente castillo.
A pesar de tener todo lo que podía desear,
el príncipe era egoísta, déspota y consentido.

Pero... una noche de invierno
llegó al castillo una anciana mendiga,
y le ofreció una simple rosa
a cambio de cobijarse del horrible frío.

Repugnado por su desagradable aspecto,
el príncipe despreció el regalo
y expulsó de allí a la anciana.

Pero ella le advirtió
que no se dejara engañar por las apariencias
porque: "La belleza se encuentra en el interior"

Y cuando volvió a rechazarla,
la fealdad de la anciana desapareció,
dando paso a una bellísima hechicera.

El príncipe trató de disculparse,
pero era demasiado tarde,
pues ella ya había visto que:
"En su corazón no había Amor"

Y como castigo,
lo transformó en una horrible bestia
y lanzó un poderoso hechizo sobre el castillo
y sobre todos los que allí vivían.

Avergonzado por su aspecto,
el monstruo se encerró en el interior de su castillo,
con un espejo mágico
como única ventana al mundo exterior.

La rosa que ella le había ofrecido
era en realidad una rosa encantada,
que seguiría fresca
hasta que él cumpliera veintiún años.

Si era capaz de aprender a Amar a una mujer
y ganarse a cambio su Amor
antes de que cayera el último pétalo,
entonces... se desharía el hechizo.

Si no, permanecería condenado
a seguir siendo una bestia... para siempre.

Al pasar los años,
comenzó a impacientarse
y perdió toda esperanza.

Pues... ¿quién iba a ser capaz de amar a una bestia?


1 comentario:

  1. Siempre me ha llegado a lo más hondo esta historia. Porque uno puede aceptar que es un monstruo, una bestia. Pero verse como un monstruo en los ojos de otra persona... es insoportable.

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