Destruction is a form of creation.

martes, 15 de octubre de 2013

¿Es más rica la mujer que es deseada por muchos hombres o aquella que es amada por solo uno?

En la vida de Ulises falta alguien. Alguien que le otorgue calma en las horas de angustia y alivie el peso de su soledad. Para cumplir los designios del Destino, él necesita una compañera.
 Elige la mujer más bella de Grecia; Helena, hija de Tíndaro rey de Esparta. Pero cuando llega allí, dispuesto a pedir la mano de la muchacha, se encuentra con una desagradable sorpresa: Helena tiene tantos pretendientes que para conseguirla tendría que desatar una guerra. Al saber de la presencia de Ulises en su corte, Tíndaro lo manda a llamar inmediatamente. El rey, nervioso, confiesa a su visitante que teme el comienzo de un grave conflicto, desencadenado por la pasión que su hija ha despertado en tantos hombres al mismo tiempo.
Ulises desiste del matrimonio con la princesa. Pero, apenado por la situación de Tíndaro, imagina un ardid que le sería fatal: El hombre elegido por Helena debería ser respetado por los pretendientes rechazados. En cuanto a éstos prometerían ayudar al elegido a conservar a su lado a su mujer.
Tal la condición fundamental para los candidatos a la mano de la bella. O se rendían a la imposición, o perdían la oportunidad de desposar a la princesa.
Con voz grave el rey de Esparta se dirige a la multitud y les comunica el extraño juramento.
Ulises se prepara para dejar la corte de Tíndaro y emprender el viaje de retorno, cuando una figura femenina llama su atención. Es Penélope, prima de Helena, que ha venido a aconsejar a la princesa en indecisión. Enamorados a primera vista, ambos jóvenes recorren mudos la estancia del palacio. Una fuerza mágica los une en un largo beso. Poco después y como si se conocieran desde hace años parten juntos para Itaca.

Ni los dioses, ni los hombres, ni el propio Destino podrán separarlos definitivamente.


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