Destruction is a form of creation.

viernes, 6 de enero de 2012

Amar, es cómo suicidarse, pero un poquíto más bonito.

Miré al espejo y me miró. Frío. Me pregunté en voz alta, ¿Quién eres? Tardé casi un minuto en descubrir que sólo yo podía-debía contestar esa pregunta.
No sólo "Quien eres", sino "Para qué eres" y "Por qué eres". El espejo seguiría callado siempre y no servía mi nombre, los nombres no son lo que eres.
Desnudé mi cuerpo para buscar mi alma y abrí el grifo de la ducha. El agua aún no salía caliente. Y yo no me conocía, encontré casi quinientas descripciones posibles y ninguna acertada. Él me miraba, o era yo. Cómo saberlo. Estuve solo y conmigo, nadie podrá atestiguarlo. Vapor. Seguí buscando mi alma dentro de mí, estará al fondo. Todavía no la encuentro. Agua. ¿Y si estuviéramos vacíos? Calor. Yo.
Contesté la pregunta. Aquí es dónde me dio miedo, pues observé atento los matices de mi ego, alguno extraídos de lugares y otros modificados desde el tiempo. Imaginé al destino trenzando cuidadosamente al mismo azar y comprendí. Nadie más puede ser yo y yo no puedo ser otra persona. Aunque el espejo si. Sólo el espejo.
Tambien está esa persona, sí, esa persona en la que pensamos día y noche, mañana y tarde. Esa persona que nos gustaria que nos viera no como dice el espejo, ni siquiera como el espejo dice que es él. Sino con los ojos de un ángel que vino desde el mismisimo infierno.

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