¿Como decirles que si abro la boca me sale su nombre?

Nunca había visto unos ojos tan profundos, profundos como el mar pero cálidos como el sol.

Sus cabellos dorados eran capaces de reflejarme en forma de arcoiris transformado.

Labios rosados y carnosos, dignos del príncipe más aclamado del reino los cuales juré no volver a besar, ese tipo de promesas nunca tuvo el suficiente valor para mi.

Manos capaces de hacerte rozar el cielo al usar tu columna como instrumento de los Dioses. Suave, ruidoso, diferente, placentero tal vez, aquel sonido no llegaba a la milésima parte del efecto que podría tener el canto de una Sirena.

Aun recuerdo cuando después de aquello, no sentí nada, y, aunque no sabia si alegrarme aquel dulce rostro tuyo fue capaz de mirarme de la misma forma que llevaba viéndote yo estos últimos 50 años." +¿Por ventura amó hasta ahora mi corazón? ¡Ojos, desmentidlo! ¡Porque hasta la noche presente jamás conocí la verdadera hermosura!"
 "+Mis labios, peregrinos ruborizados, quisieran hacer penitencia con un dulce beso." Mi cálido corazón parecía bailar con el suyo a través de los labios más hermosos que jamás había visto.

 No se si era su forma de mirarme, sus ojos o el aroma de sus cabellos dorados lo que me volvía loca, solo se que le amé hasta el punto que cuando el necesitaba mi corazón para vivir no me faltó tiempo para entregárselo. ¿O es que acaso ya no lo tenía? Era un simple gesto material. 
"Los enamorados pueden andar sobre las telas de araña que se mecen en el tíbio calor del verano, así de leve es la ilusión."


Me desperté salí de la cama y me puse a estudiar. Mientras yo seguiría pensando en él en la distancia, pensando si esto se está convirtiendo en una obsesión o si quizá sean las alas que necesitaba para ser libre al fin.