Destruction is a form of creation.

lunes, 24 de noviembre de 2014

Noviembre.

Cuando el miedo me habló de ti, recuerdo que mencionó que arreglabas las cosas con las manos.


Yo lo entendí como una frase hecha, luego me senté en el sofá. Agarré una cerveza y luego un par más.



Apuré tres o cuatro cigarros y luego empecé a tener sueño.



Me quedé colgada con la música de fondo y la tristeza aparcada. Pensé en ti y había mas de cinco motivos. Pensé con la mano levantada.



Hice un índice de nuestro cuento que me hizo levantar el pulgar, simular que todo estaba bien. Volví a anular todos los recuerdos y lo hice de todo corazón.



Nosotros seguíamos paseando en mi cabeza, agarrados como idiotas de los meñiques.



Cuando la nostalgia me habló de ti, el miedo no paraba de hacerlo. Y recuerdo que ella escuchaba y no le sorprendía nada mi cara de imbecil al mostrar el resultado de tu inversión en mis noches.



No le sorprendía que hubiese llegado el invierno en agosto a mis paredes ni que aprendiese a llorar.

Y todo eso sin atajos emocionales, solo con tu sonrisa.


Sólo entre tus carcajadas llegaba noviembre, y tú te olvidabas de reir y yo no paraba de llorar.



Y el miedo seguía hablando de ti y las estaciones seguían hablando de mi.



El tiempo me seguía hablando de lo nuestro. Y yo no pasaba las hojas del calendario, como el que no pasa página por si se corta.



Me escondí en noviembre, sin darme cuenta de que tu empezabas mayo.

Di un salto y tiré el reloj.

Cayeron las hojas al suelo, se rompieron nuestros minutos. Se deshizo el miedo que tejimos y empezamos a cosernos el corazón.


No supe adaptarme a tu rabia, ni tu rabia a mis domingos. Te olvidé en la boca del metro.



Como se olvida lo que se cree un error.



Me eché a dormir un par de años. Al despertar la nostalgia me volvió a hablar de ti.



Y entre más cervezas, cigarros y tormentas me recordó que, si hay algo mas duro que tenerte cerca, es la triste estabilidad de sentirte lejos.




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