Se me permite un bombardeo, pero no necesito permiso para otro.

7 Días esfumados como una simple calada entre mis labios.
Carmín en el vaso, ceniza en el suelo y labios dolidos ante tu ausencia.
Dulce esencia la tuya que aun me rodea, sin más dilación que los abrazos sin permiso que acababan fundiéndose en un choque de titanes con forma de danza vípeda.
Y puedo asegurar, que no solo fue el hechizo del oleaje que tus dos mares maquinaron contra mí lo que me hizo creer que estaba empezando a sentirme bombardeada, fue, sino, mi propia esencia la que me permitió abrir las compuertas de tu coraza desgarrada.
Y dime si no es así ¿Por que rendiste tributo ante mi señoria?
No fueron más que vocablos titubeantes tal vez, pero pude proclamarme vencedora... ¿O no?
Otorgué callándome, quizá, y tal vez un buen ataque como ese pudo ser tu mejor defensa.
Aunque no me preocupa porque al final, luchando cuerpo contra cuerpo solo recuerdo el dulce aroma de poder abrir aquel castillo que tantos han intentado, y que afortunados consiguen.

Y ahora, en la más amarga de las despedidas, espero ansiosa a volver a atacar como si no hubiera mañana, regodeándome sutilmente ante mi diminuta grandeza para así una vez más, verte sonreir.